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Ser Animalista

A penas los veo, ese es el momento exacto en el que quedo enganchada con un perrito de la calle, preguntándome como las demás personas le pasan por al lado con una única mirada y un “Ayy que bello”. Puede que estuvieran apurados por su trabajo, o simplemente tengan otro tipo de preocupaciones. Puede que sea la única persona de todas las que pasaron por esa calle ese día que de verdad le importa lo que pase con ese perrito, o también puede ser que la otra “chica de los perros” no pasó por ese lugar hoy. Eso es lo que nos gusta pensar, que existen más como nosotros, y de hecho los hay, muchos, solo que muy pocas veces en ese mismo momento en esa misma acera.

Si, existen otras personas que les llevan perros escondidos a sus padres, que prefieren gastar su dinero en vacunas, desparasitante y un lindo collar para su perrito rescatado en vez de gastarlo en una salida con los amigos.

Existen otros que tan solo con una frase como “ojala alguien lo rescate” y una mirada de condolencia se marchen dejando a el animal herido y con muy pocas probabilidades de sobrevivir. Para nosotros, que no nos basta con mirarlos y salir corriendo, es difícil, porque muchas veces no contamos con el tiempo, dinero y espacio para mantener a otro visitante en nuestra casa, aun así, lo recogemos, lo bañamos, lo llevamos al veterinario y hacemos spam en todas y cada una de nuestras redes sociales esperando que alguien se enamore de esos ojos que inspiran ternura y piden amor.

Es difícil, pero nada de eso tiene importancia cuando al final de todo el proceso ese pequeño amigo al que cuidaste por semanas, al fin, consigue una familia, nuestra visión se ve afectada por lagrimas que son una liga entre tristeza y alegría, tristeza porque muy en el fondo aun tenías la esperanza de que se quedara contigo, que no se lo llevara otra familia, esa pequeña parte egoísta de nosotros quería quedarse con el hocico que te muerde los zapatos para siempre, aun así, reprimes todo eso porque sabes que dejándolo ir con una buena familia, podrás seguir ayudando a mas como él. Alegría porque ese perrito que rescataste hace semanas ya no tendrá que pedir comida muerto de hambre, ahora pedirá por que le lancen la pelota en el patio o le rasquen la panza hasta quedarse dormido.

Eso es lo que sucede en las asociaciones de voluntarios, un grupo de personas “locas” se unen haciendo a un lado sus diferencias y se ayudan mutuamente para lograr que sus rescatados consigan un hogar, algunas de esas personas hasta pueden llegar a ser más amigos que los que conociste en tu universidad, por una razón: ellos son los únicos que de verdad te entienden cuando dices “No me puedo ir a la playa, tengo que cuidar a Manchas”

“Locos”,  Lo llamo así porque me causa gracia, esa es la manera en la que nos llama uno que otro “normal” a nuestras espaldas. Ya he perdido la cuenta de las veces que he escuchado frases como “chica de los perros” “Loca de los perros” entre otras menos divertidas.

Pero si lo piensas bien, ¿No están ellos locos por no querer llevarse a esos ojos cariñosos y esos cuerpos peludos a sus casas?

Vanessa Bergolla

Voluntaria de la Fundación Quiero un Perro